Le cheminement intérieur de Marthe Robin est dévoilé grâce à la publication de son "Journal". Découvrez-le en ligne...
Su vida
Una influencia inmensa
Aunque el nombre de Marta Robin es indisociable de los Foyers de Charité, su influencia sobrepasa considerablemente esa única fundación. Portadora de una intuición que el Concilio Vaticano II confirmará ampliamente, la espiritualidad de Marta permitió crecer y desarrollar en la Iglesia un montón de iniciativas. Recibe y aconseja a más de 100.000 personas, entre los que se encuentran sacerdotes, obispos, intelectuales, fundadores de comunidades. Tiene una profunda influencia sobre la Iglesia y la sociedad.
Entre los 27 y 29 años, durante el tiempo que sigue la visita decisiva de los dos capuchinos en 1928, Marta comprende poco a poco que el Señor quiere confiarle una misión. Al principio, quiere escabullirse, consciente de sus limitaciones... Sin embargo, en 1933 recibe una revelación de Cristo y entiende que el Señor la ha elegido para una Obra que quiere comenzar en Châteauneuf-de-Galaure, con un sacerdote que le “haría conocer en su momento”, una Obra que él llama “la Gran Obra de mi Amor”. Por tanto, hay que dar a conocer el amor y la misericordia de Dios.
Primera etapa: la fundación de la escuela
El primer ladrillo de ese edificio: una escuela. Una escuela en la que las niñas aprenderán “a conocer a Dios y a amarlo”, en ese pueblo en el que el ateísmo militante es fuerte. Según Marta, la infancia es el momento privilegiado para encontrarse con Dios; ella ve esa escuela como el lugar por excelencia para “aprender a amar todo lo que hacen: trabajo, ocio, descanso, oración, favores hechos por amor”. No obstante, el contexto parece tan hostil que Marta vivirá una auténtica lucha interior para lograr hablarle a su párroco, el padre Faure, de ese proyecto. El sacerdote se toma tiempo para discernir y, ya puesta en marcha, la iniciativa encuentra efectivamente numerosos obstáculos. Sin embargo, siete niñas siguen el camino de las escolares en el inicio de las clases de 1934.
Segunda etapa: los Foyers de Charité
La segunda etapa constituirá la creación de los Foyers de Charité. El 10 de febrero de 1936 tiene lugar el encuentro entre Marta Robin y el padre espiritual que la ayudará a discernir su propia vocación. En cuanto al padre Jorge Finet, él ha encontrado en Marta el instrumento que Dios le confía para salvar a las almas. Juntos, concretan los futuros Foyers de Charité a partir de estas palabras de Cristo a Marta en su oración:
« Yo quiero que [la Obra] sea un Foyer que resplandezca Luz, Caridad, Amor [...]; el Oasis vivificante para las almas [...] desanimadas, [...] la Casa de mi Corazón abierto a todos ».
La inspiración es nueva. Otras comunidades más tarde, en particular después del Concilio Vaticano II, recuperarán ese modo de vida comunitario, pero Marta Robin y el Padre Finet son sus verdaderos precursores. La obra se convertirá en una obra internacional, extendida por el mundo entero.
Una gran figura espiritual del siglo XX
Durante la Segunda Guerra Mundial, Marta comienza a recibir a varios grandes teólogos. Los padres Réginald Garrigou-Lagrange, Paul Philippe, André Feuillet, Henri Manteau-Bonamy vienen a ver a esa pequeña campesina que ni pudo obtener el título de estudios primarios a causa de sus problemas de salud. Regresan influenciados y convencidos en sus trabajos teológicos.
Marta Robin vive también grandes amistades con intelectuales de aquella época como Paul-Louis Couchoud, catedrático de Letras, doctor en Medicina y descreído conocido hasta su conversión, o el filósofo Jean Guitton de la Academia Francesa.
El mayor personaje del siglo XX
no es ni el general de Gaulle ni Juan XXIII, es Marta Robin.
Cardenal Daniélou
Un nuevo impulso para la Iglesia
En la efervescencia espiritual que sigue el Concilio Vaticano II, numerosos futuros fundadores vienen a conocer a Marta para descubrir gracias a ella el camino que Dios les pide recorrer. Otros vienen a verla para reponer fuerzas o para que acompañe activamente por medio de la oración las comunidades que están viendo la luz.
Por tanto, entre los visitantes asiduos de Marta se encuentran: el padre Epagneul, fundador de los Hermanos Misioneros del Campo; sor Magdeleine de Jésus, fundadora de las Hermanitas de Carlos de Foucauld; el padre Talvas, creador del Nid, una asociación de ayuda a las prostitutas; Jean Vanier, fundador del Arca. Numerosas comunidades nuevas han mantenido consecuentemente una profunda afección y sólidos lazos espirituales con Marta: la Comunidad de Emmanuel, la Comunidad de las Bienaventuranzas, la Congregación San Juan, los Hermanitos de María-Madre del Redentor, las Hermanitas de Nazareth, los Misioneros de Nuestra Señora, los hogares “Claire Amitié”, la Fraternidad Belén-San-Benito, la Comunidad Nueva Alianza, L’Eau vive, los Focolares...
(El Nuevo Pentecostés de Amor) lo veo tranquilo, lento. Pienso que irá haciéndose poco a poco. Pienso incluso que ya ha empezado.
En cuanto al porvenir, sabe usted que me atribuyen muchas ideas sobre el porvenir. No sé nada, salvo una cosa: que el porvenir es Jesús
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100.000 personas vienen a conocerla
De este modo, tendida en la penumbra de una habitación que nunca abandonó, Marta se convirtió, a lo largo de los años, en una figura espiritual imprescindible. Durante su vida, recibió en su habitación a más de 100.000 personas. Actrices y gente muy sencilla, ministros y camioneros, compositores, periodistas y agricultores de la comarca, numerosos sacerdotes y obispos... tantos visitantes tan distintos, recibidos y escuchados.
Adorable Jesús mío,
haz que todas esas personas que se acercan a mí, al dejarme queden consoladas cuando lloran, recuperadas cuando están abatidas,
felices durante días gracias al recuerdo de una palabra, de una mirada, de una sonrisa
Entrar en casa de Marta es sentir, a través de ella, la misericordia del Padre. Además, ese resplandor no desapareció cuando murió: hoy, todavía 40.000 personas, cada año, vienen a visitar la finca en la que vivía, como el que va a casa de una amiga, para encontrar allí consuelo y paz.